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El coronavirus está poniendo patas arriba la vida de muchísimas familias que, casi de un día para otro, se han visto obligadas a romper sus rutinas y compaginar obligaciones laborales y familiares. ¿Está resultando sencillo conciliar la vida laboral y personal en esta situación de emergencia sanitaria por el Covid-19?
En la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT) el teletrabajo está permitiendo continuar la actividad de la institución docente. El reto para que los estudiantes universitarios puedan seguir formándose lleva implícito el esfuerzo de muchos profesores y Personal de Administración y Servicios que, junto a sus familias, compaginan su actividad durante el confinamiento.
Una de estas familias es la de Yolanda Méndez (Cartagena, 1978), quien trabaja en Gestión de Investigación de la UPCT y vive en Cartagena. Es madre de familia numerosa: tres hijos de 2, 6 y 15 años. Su día a día, sin crisis de coronavirus, está medido al milímetro para compaginar sus obligaciones familiares, laborales y su tiempo de ocio. Ella es de las mujeres del club de las 6 de la mañana. Cuando inicia su jornada laboral en Rectorado a las 7:55 horas, ya ha dejado a sus hijos en el colegio y en la guardería. A las 13:20 recoge a la menor de la guardería, luego al niño del colegio y, para compensar su jornada flexible, trabaja dos tardes a la semana. Por las tardes se organiza para llevar a los niños a actividades, deberes, cenas, baño y aún saca tiempo para hacer yoga.
El escenario es diferente esta semana. Los cinco miembros de la familia en casa: teletrabajan, estudian, juegan, cocinan, compran, limpian, ordenan... Y todo éso sin trauma. «El primer día fue un poco caótico. Yo me levanto muy temprano, conecto el ordenador en la cocina, desayuno y conforme se van levantando los niños, les voy atendiendo», señala.
Las tareas domésticas las comparte con su marido.«Estoy con el teletrabajo todo el tiempo; me levanto atiendo a los pequeños, sigo con el trabajo. Y después, otra fase, sobre las 10:00 horas, con el segundo: lo pongo junto a mí para que haga los deberes. El mayor, de 15 años, se organiza solo. La pequeña está con todos, nos la vamos turnando porque requiere mucha atención. Dibujamos, jugamos… Y así vamos», relata.
Pero, en general, afirma que se está organizando. La situación es llevadera. De momento bien. Además el tamaño de la casa nos permite que cada uno tengamos nuestro espacio», concluye.
Otra de las familias numerosas, también del sector de los madrugadores, es la del profesor del área de Ingeniería Química, José Luis Serrano (Valencia, 1970) y padre de tres hijos que tienen 10, 12 y 15 años. Su rutina se ha visto muy alterada. «Ahora nos levantamos casi todos a la vez. Yo a las 7:00 y ellos un poco después. Pero a las 8:45 están todos funcionando listos», comenta.
Los cinco tienen las mañanas atareadas. Esta familia precisa recursos tecnológicos para sacar adelante el trabajo y el estudio telemático. «Rosa, mi mujer, que es profesora de instituto, y yo damos clase por la mañana a través de plataformas virtuales. Yo con Teams y ella con Meet».
A los niños les mandan mucho trabajo y «nos faltan dispositivos en casa. La webcam de sobremesa es muy antigua. Hay momentos en los que estamos todos conectados y vamos tirando de ordenadores, móviles e incluso echamos mano de alguna tablet que se nos había quedado más anticuada», agrega.
Intentan que cada uno continúe con su horario habitual. Pero el confinamiento les permite una nueva actividad: «Nos juntamos los cinco a las 10:50 y hacemos un almuerzo homenaje».
El aburrimiento tampoco tiene cabida en esta familia. En mi caso, agrega Serrano, «se está complicando porque dos de mis hijos van al conservatorio y tienen que ir enviando vídeos grabados y trabajos por classroom».
Ahora todos los alumnos usan dispositivos virtuales. La sensación ahora es que tienen mucha presión con toda la tarea la que tienen que presentar a colegios instituto y conservatorio, pero son pocos días y nos iremos adaptando», cuenta el profesor.
Por las tardes, los dos profesores preparan materiales docentes y corrigen tareas. Los hijos: más consolas, gimnasia en casa, torneos de ajedrez, por la noche intentan ver películas en familia. Momentos distintos para resistir estos días diferentes. Un Día del Padre, el de 2020, en confinamiento. Y, lo que es seguro: una oportunidad para teletrabajar y conciliar.