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“Yo era de los que pensaba que hacía falta dinero para ayudar, pero ahora he visto que con mi tiempo es suficiente”, comenta Jesús Rivera, alumno de primer curso de Arquitectura, satisfecho de la acogida que le han brindado en el Banco de Alimentos durante su primera experiencia como voluntario. “Lo mejor es la satisfacción de saber que en lugar de estar tumbado en el sofá sin hacer nada estás ayudando a los demás y habrá familias que lo agradecerán”, añade.
Como Rivera, otros estudiantes de la Politécnica de Cartagena dedican parte de su tiempo libre al voluntariado social, obteniendo créditos académicos por ello al tiempo que mejoran su conocimiento de la realidad social, despejan su mente de la carga académica y se sienten mejor por estar ayudando a los demás. Este domingo 5 de diciembre se celebra el Día Internacional de los Voluntarios.
“Me gusta mucho ser voluntaria porque aprovecho mi tiempo ayudando a otras personas mientras consigo créditos para la Universidad”, argumenta Marta Sánchez, estudiante de Tecnologías Industriales, que dedica una tarde a la semana a servir meriendas y facilitar toallas a quienes acuden al local de ACCEM en ‘Las 600’ en busca de algo para comer, una ducha o simplemente alguien con quien conversar. “Vamos a iniciar un taller de juegos de mesa”, apunta ilusionada.
“Hablando con ellos y conociendo sus problemas puedes realmente ponerte en la piel de las personas sin hogar, una realidad que sabemos que existe pero a la que normalmente no prestamos atención”, señala concienciada. “A mis amigos les invito a que vengan a las actividades que realizamos”, añade, animando a otros a conocer este estigmatizado barrio de primera mano.
“Conocí ACCEM a raíz del concierto que se organizó en la UPCT para concienciar contra la trata de personas con fines de explotación sexual y decidí colaborar como voluntaria”, explica María Isabel López, también alumna de la Escuela de Industriales, que ayuda en el servicio de desayuntos y en un programa de ocio enseñando lugares de interés en Cartagena a un grupo de mujeres migrantes.
“En el programa de protección internacional estoy conociendo a quienes buscan asilo y me sirve para ver más allá de la Universidad y de la vida de estudiando, relativizando nuestros problemas en relación con los que de verdad tienen estas personas y esta nueva perspectiva de vida me ayuda psicológica y emocionalmente. Ha sido un gran descubrimiento para mí”, resalta Elena Corbalán, alumna de Ingeniería Agroalimentaria, otra de los cinco estudiantes de la UPCT que ayudan en ACCEM.
“Nosotros estamos encantados de recibir a todos los estudiantes que se animen a ser voluntarios y de hecho nos hacen falta más para el Programa de Atención Humanitaria a Inmigrantes”, apunta la trabajadora social en ACCEM María Coll.
Beneficios para la salud mental
“Empecé en el voluntariado con el proyecto Semilla, continué en el comedor de Cáritas en San Diego y con el teleacompañamiento a mayores durante el confinamiento y ahora estoy en un nuevo proyecto, denominado Ma+Jo, para enseñar inglés a personas mayores”, relata Lidia Moreno, alumna de Tecnologías Industriales y ya veterana en voluntariado. “Me reconforta bastante saber que estoy ayudando, aunque sea un poquito”, concluye.
“Los niños a los que ayudamos con sus deberes han pasado por vivencias complicadas”, señala Eduardo Contreras, alumno de Ingeniería Electrónica y uno de los voluntarios de la UPCT en La Escuelita de Cáritas en San Diego, y pone de ejemplo “una niña que pidió como regalo amor, porque era realmente lo que necesitaba”.
“No sabía ni que daban créditos por ser voluntario”, asegura Contreras, quien se inició como voluntario en su primer año de carrera y recién llegado de su Colombia natal. “El voluntariado me sirve para despejar la mente y salir de la presión de los estudios”, comenta.
Una conclusión a la que también llegan muchos otros voluntarios y que remarca la responsable de la Unidad de Voluntariado y Ayuda a la Discapacidad, Magdalena Lorente. “El voluntariado ayuda a mejorar la salud mental”, afirma.